domingo, 18 de diciembre de 2011

La heterocracia: Hay que tener las bolas puestas para ser marico

Dedicado a los broders de CCSMS


Un día me encontraba en un café, porque no todo en la vida puede ser caña, estaba con unos amigos de la universidad, los que denomino "La Heterocracia" porque, obviamente, no son gay, ni osos o lesbianas... No tienen nada que ver con todo el mundo  GLBT, son el futuro de la continuidad social, tendrán hijos que llevarán  a los colegios, comprarán juguetes en navidad, justificarán el salario de jueces civiles y la existencia de los planificadores de bodas. Hacía semanas que habíamos quedado en esta cita para hablar y ponernos al día, teníamos meses sin vernos y no sabíamos que planes o novedades habían en nuestras vidas.


-La última que se casó fue Mariale- soltó una de las muchachas- Alexandra me dijo que no invitó a nadie porque se casó con un carajo que es hijo de un militar, y bueno... querían algo sencillo e intimo EN-LOS-RO-QUES- culminó con ese típico tono de malicia fémina.


-¿Y qué más podían esperar?- preguntó Alfredo, un caraqueño hijo de chinos que sólo conservaba los rasgos y apellidos de sus ancestros del lejano oriente- Esa fue la única que se metió a trabajar en un ministerio, así cualquiera se mete a chavista...


-Jajajajaja, esa no es chavista un coño, es una manipulable cualquiera- dijo Clara- Desde que empezó a estudiar pasó por fashionista, emo, rockera, trendy, de todo... que ahora se la pase yendo a mítines de los rojos rojitos y hablando del socialismo del siglo 21 no me extrañaría nada, lo único extraño de su vida es haberse graduado de Economista en 5 años lisos...


-Bueno, puede ser que sea savant- dije, dejando a todos confundidos-... Ustedes saben, como esos niños que tienen autismo pero son buenísimos en matemáticas y música... Sólo que el caso de ella sería muy excepcional...


-Ya tenías que salir tú con tus palabras raras- me espetó Juan- ¿Por qué todos los maricos hablan así?, con palabras rebuscadas, dándosela de cultos... ¿No tienen otra forma de expresarse?...

Hasta donde yo sé no hay relación entre la homosexualidad y el uso de un lenguaje culto, pero para la heterocracia hay sólo dos tipos de maricos: los bohemios cultos y las locas peluqueras. Los segundos son los más conocidos, pero los primeros son una fantasía postmoderna de la personificación de Wilde, el típico dandy londinense: educado, culto, de buen gusto, delicado, ligeramente amanerado, de habla articulada, un fetiche para todas las mujeres que quieren contraer un matrimonio por conveniencia, exudando éxito y prosperidad (el perfecto padrino para un hijo del nuevo milenio). Ambos estereotipos forman parte del inconsciente colectivo, pero son sólo dos de los matices que se puede encontrar en este mundo, porque si no nos percatamos de la preferencia sexual, los maricos somos tan variados como los heterosexuales.


Una de las misiones que siempre nos encasquetan los heterosexuales son los consejos de estilo, moda y tendencias:

  • Lo que quieren ellas: ¿Cómo me queda este color de cabello?, ¿Me queda bien este vestido?, ¿Qué te parecen estos cojines?, ¿Me veo gorda?
  • Lo que ellos quieren: ¿De qué color debo pintar esta pared?, ¿Me enseñas a bailar merengue (o salsa)?, ¿Esta corbata va con esta camisa?. ¿Me veo gordo?

Recuerdo que hace años me fui de viaje con la heterocracia en pleno a Margarita, chicos y chicas compartimos un apartamento durante una semana con la mayor cordialidad y diversión imaginable, las mañanas eran de playa hasta bien entrada la tarde y las noches de rumba, pero el día anterior a nuestra partida la diversión se acabó: llegó el Día de Compras... Una absurda orgía de consumo masivo libre de impuestos en puerto libre. Yo estaba tan emocionado como un comatoso (ya he tocado el tema compras y yo), pero no podía ser el rompegrupos, así que me fui a recorrer la Santiago Mariño y la 5 De Mayo con los manganzones. Para evitar males mayores decidí irme con los chicos y dejar que las chicas fueran a hacer matanzas de tarjetas de crédito, pensando que entre hombres la cosa sería mejor. ¡Error!.


Entré a una tienda siguendo a Juan y al Chino Alfredo, cual fiel esposo me senté en una butaca con todas las bolsas mientras mis machos amigos hacían un performance digno de Mujer bonita: entraban y salían de los probadores una y otra vez, cada vez con más piezas. Escucho un alarido que me llama desde los probadores, era Juan:


-¿Qué?- pregunto cerca de la pudorosa tela que servía de puerta al probador
-¡No abras la cortina!, estoy en interiores... 
-No lo voy a hacer, aunque no hay nada que no haya visto ya...
-Es que me da penita...
-¿Y el marico soy yo?... ¿Que quieres?
-Pregúntale a la chama si tiene un pantalón como este pero en una talla más grande, que este me queda apretado.
-¿Apretado?... lo que estás es gordo y no lo asumes... Pásamelo...


Juan abrió un poco la cortina y me pasó discretamente el pantalón, le pregunté a la vendedora y me pasó otro, a todas estas el Chino pegó otro grito solicitando mi ayuda...


-¿Queeeeee?...- Pregunté en el probador siguiente...
-¡Ah! Estabas acá... No sabía... Abre un pelo y dime como me queda este pantalón con esta camisa, asómate.


La combinanción no estaba mal, pero no era algo que admirar; le hice un gesto de aprobación y recibí el nuevo pantalón para Juan y se lo pasé.


-Este es talla 36 ¿Te parece?-Le pregunté a Juan...
-Ya te digo...- hizo una pequeña pausa, luego me preguntó- ¡Papito!... 
-¡¿Mande?!...
-¿Como se llama la canción de Mecano que dice... ¡Maquillate, maquillate!...?
-Maquillaje, ¿por qué?
-Es que con esta probadera de ropa empecé a escuchar esa canción en la cabeza... ¡Que loco soy!...
-¡Loco no Juancho!... Pato es lo que eres...


Los tres reímos como enajenados ente la presencia de los míticos 5 minutos de marico que tienen todos los hombres.


La tarde se me hizo eterna a pesar de los pocos momentos de jocosidad, y a eso de las 7 de la noche estabamos todos en la puerta de la casa, cargados con decenas de bolsas de ropas, licores, delicateses y quesos (debo admitir que me entregué como pagano cuando entramos por fin a los bodegones), todos estábamos emocionados chablando de las compras y las ofertas, hasta que Clara, la dueña del apartamento realiza una pregunta que nos dejaría a todos helados:


-¿Y las llaves del apartamento?... No las tengo yo.
-¿Quién fue el último en salir?-Pregunté
-Fui yo -dijo uno de los chicos- pero se suponía que Clara debía tener las llaves...
-Es cierto Clara, tu eres la dueña del apartamento...
-No sé, esta mañana estaba muy enratonada... -Luego hizo una pausa y empezó a reirse como loca sentada en el piso...
-Es decir, ¿nos quedamos en la calle?...
-Pero nos vamos mañana... ¡No tienes alguien que viva acá y tenga una copia!...
-Jajajajajaja, siiiiii, jajajajajajajaja...
-Llámalo entonces...
-Está en Caracaaaaaaaaaaaaassssss, Jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaajajajajajajajaja.


Ahí estábamos todos en pleno ataque de risa desesperada, intentando disminuir la tensión cuando aparece un vecino, un viejito argentino muy agradable que vivía con su esposa y su hijo en el apartamento contiguo...


-¡Ché!, se quedaron afuera...
-Si, vale y la otra llave está en Caracas...
-Bueno, creo que el viaje para traerla no será nada agradable, por qué uno de ustedes no se mete por una de estas ventanas.


Típica arquitectura playera de los ochentas, todos los apartamentos tenían una línea de ventanas basculantes que daban hacia el pasillo, el vecino nos trajo un banquito y preguntó:


-¿Y quién de ustedes se va a meter?


Las niñas aunque delgadas, no habían llegado al capítulo de escapes extremos en Cosmopólitan, los chicos uno a uno comenzaron a excusarse:


-Me da vértigo.
-Yo no quepo por ahí...
-Yo lo hiciera, pero ¿cómo hago para bajar del otro lado?...


En esa época usaba pantalones talla 30 (ahora 34), cabía perfectamente por la ventana así que mientras ellos discutían me monté en la silla y fui sacando los vidrios para pasárselos al argentino, quién los acomodó en el suelo. Cuando ellos se percataron de mi hazaña ya tenía medio cuerpo dentro del apartamento...


-¡Ay se va a matar!...
-¡Agarrate bien!...
-Cuidado con la cabeza...
Y nuevamente: -Se va a mataaaarrr ayuuuudenlo...


Yo mientras tanto buscaba de donde agarrarme, para voltearme y caer de pie, me sostuve de la pared misma, de gabinetes, de todo lo que podía tantear, porque además estaba todo oscuro, mientras tanto me preguntaba ¿Y como pretenden ayudarme si ya me metí?... No recuerdo qué pirueta hice, pero lo logré y una vez adentro abrí la puerta y todos entramos, le dije a los muchachos:


-Encárguense de llevarle la silla al vecino, darle las gracias y colocar de nuevo los vidrios...
-¡Pero están sucios!- dijo uno de los "varones"...
-Te lavas las manos, no seas mamita...-Le dije.
-¡Pero mira cómo quedó tu camisa!, ¡Y el brazo!, estás todo raspado y la camisa se volvió mierda, está rota- Cosa obvia, las paredes estaban malditamente texturizadas.
-Menos mal que no me tocó a mi- dijo Juan- Esta camisa me gusta mucho...


poniendo fin a otra de mis hazañas vernáculas y vegueras, que se acumularía junto a auxiliar carros, cambiar cauchos, cambiar grifería, reparar inodoros, uso de taladros en concreto, montaje de lámparas, etc... Hechos y eventos que me han debido el título de: ¡Bob el Constructor!, Lesbiana, Camionero y Heterosexual de closet., porque a final de cuentas es difícil para ellos entender que uno no sea un delicado estilista.


Conclusiones:



  • Los dueños de una casa no siempre tendrán las llaves o una copia por seguridad
  • Los heterosexuales siempre tendrán un limitado concepto de la homosexualidad, y hacerles creer otra cosa siempre será caso perdido.
  • Cuando un gay hace cosas de mujeres es una loca perdida, pero si un heterosexual lo hace es gracioso.
  • No importa cuanto deteste salir a comprar, siempre tendré que hacerlo.    

1 comentario:

  1. A ver si te acuerdas de esta: bombillo quemado de lampara en balcón + silla escoñetada apoyada en dos patas + un pie de punticas en la silla y el otro en baranda de balcón + mi humanidad en peligro de caer de un piso 8 + grito de uno de los presentes: agarrraaallaaaa que nos nos mataaaaa + mi camisa templada por ti, mientras te anclas a una puerta de vidrio + 4 bombillos quemados + explicarle al dueño que es un bombillo quemado + intento de balanciarme para no caer + logro bajarme y no morir en el intento + dueño descubre que su balcón no es oscuro.

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